Lo estábamos esperando. Editorial 134

Hace ya muchos años que venimos esperando una competición que acoja a los mejores talentos jóvenes, sobre todo a aquellos que están ya en edad de integrarse en los grandes equipos de nuestra liga profesional. Por fin ha llegado con la Liga U22. Nunca va mal resolver algo pendiente, pero hemos de reconocer que estos últimos dos o tres años la fuga de talento a las universidades americanas, pagados a nivel que aquí tardarían años en ganar esos contratos, ha sido de un impacto tremendo. Es cierto, nunca es tarde, pero esta vez las noticias nos hacen pensar que para muchos chicos sí que lo es. Ya se han marchado.

¿Podríamos decir que la Liga U22 irá mal? No. Ni mucho menos. Teniendo en cuenta el poco tiempo que ha habido para su aprobación, organización y puesta en marcha, mucho es que ya se lleven unas jornadas con el interés de seguimiento recibido.

¿Se puede afirmar que irá a mejor? Sí. Los ajustes, valoraciones y canalización de objetivos permitirán incorporar valor añadido que de salida no se ha podido hacer. Nuevas aportaciones y programas paralelos para que el talento que se queda en España no desmerezca su capacidad formativa, de la mano de clubes, instituciones y sobre todo entrenadores/as. Al final los jugadores que se quedan lo hacen pensando que sus formadores son del máximo nivel internacional. Apoyemos este reto de nuestros técnicos. Valoremos sus conocimientos y dedicación. Hagamos que sea también su profesión digna como forjadores de esos talentos.

Parece que no es fácil dar salida a los jóvenes cuando ya cumplen sus años de formación y acaban la categoría junior. Años atrás, y todos tenemos nombres en nuestra memoria, sí que era más factible. Podríamos enredarnos en asuntos varios para una explicación que quiera convencer a alguien de que están demasiado “verdes”. Posiblemente con razonamientos acertados. Pero no todas las opiniones lo justificarían.

Lo que es incuestionable es que la preparación actual es mucho mejor que hace 15 o 20 años. Mejora genética natural. Conocimientos científicos y médicos extraordinarios. Mejor alimentación. Más capacidades de dedicación de los que son reclutados para esas cotas altas. Instalaciones con los máximos requisitos necesarios. Tecnologías para cualquier expectativa o necesidad. Experiencias y competiciones nacionales e internacionales. Por supuesto capacitaciones de las entrenadoras/es al máximo nivel mundial. Clubes invirtiendo en economía, instalaciones y recursos humanos. Lo tenemos todo a punto. Todo.

Sin embargo, quienes tienen que darles esa oportunidad, que se recuerda toda la vida, están presionados por los resultados deportivos generales y sus posiciones profesionales. Es humano y comprensible. Clubes y entrenadores/as pueden y deben dar pasos adelante, con normativas que obliguen o no. Pero lo cierto es que hay otros sectores en los que la innovación y crecimiento no están reñidos con nada. Es más, se les exige.

Paralelamente en otro deporte, el futbol, coincidiendo en tiempo, se están produciendo un aluvión de apariciones de talento. Con mucho reparto geográfico, jugadores y jugadoras de este deporte llegan a la élite donde alguien ha decidido darles esa oportunidad. Mi pregunta es ¿acaso en el futbol no hay exigencias y presiones por los resultados? Sí y mucho mayor.

Lo estábamos esperando. Editorial 134 - Fotografía: Javi Enjuanes (@kleshk)Fotografía: Javi Enjuanes (@kleshk) / Clica en la imagen para ampliarla

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