Óscar Trigo, seleccionador nacional de Baloncesto en Silla de Ruedas: “Estoy muy satisfecho con el quinto puesto en Londres”

Unos acaban los Juegos Olímpicos y tienen unos días de descanso y otros, como es mi caso, nos enfrentamos a trabajo, trabajo y más trabajo”. Sin un ápice de queja, Óscar Trigo (Barcelona, 1972) nos cuenta su situación actual, en un lunes cualquiera de septiembre, del septiembre posterior a los recientes Juegos Paralímpicos. Con la distancia que da el tiempo que pasa, el seleccionador nacional de baloncesto en silla de ruedas evalúa para la AEEB la labor de los suyos en la cita londinense y de paso, nos repasa como un tipo como él es capaz de acabar en un sector como el baloncesto paralímpico.

Multifacético, licenciado en INEF y Entrenador Superior de Baloncesto, como cabía era de esperar, no vive del baloncesto en silla de ruedas. “Para nada. Además de entrenar a la selección, doy clases en secundaria y en la Universidad Internacional Catalana”. ¿Algo más? “Sí. Trabajo para la Federación Catalana de Discapacitados, en basket de silla de ruedas y me comenzado en el mismo sector un proyecto con el Sant Nicolau, con el que también colaboro al llevar uno de los equipos junior”.

Asentado en Sabadell desde hace un tiempo queda claro el enorme esfuerzo que existe para un hombre que una década atrás decidió “lanzarse al vacío del baloncesto en silla de ruedas”, en palabras suyas. Le damos la alternativa para que nos lo explique.

 

Yo estaba, entre otras cosas, con la preparación física de un equipo de Hockey. Me meto en la 2001/02 en un mundo desconocido para mí cuando me hago cargo del FC Barcelona Hospital Guttmann y estoy allí hasta que empiezo a formar parte de las selecciones…eh, pero no dejo el club porque me enrolo en el equipo nacional. La explicación es que tuve una hija hace cuatro años que nació con problemas físicos y decido centrarme en ella. Hacer eso y compaginarlo con el día a día de un plantel, Liga, Copa, competición en Europa, era tremendamente difícil. Priorizo en mi hija, en su cuidado. Entonces, en ese 2008, ya empiezo con España, en la U22 que gana el oro en el Europeo y llega la plata después en 2009, en el Mundial U23. Pero repito, no dejo el Barcelona por la selección, sino por estar con mi hija. Luego viene esta oportunidad, que me quita muchísimo menos tiempo y me permite seguir ligado al basket, y la cojo

Es 2009 y Óscar Trigo se hace cargo de la selección absoluta. Eran otros tiempos. “Funcionamos por comisiones y yo pido, tras el Europeo de Adana, una serie de mejoras, de garantías, para progresar: concentraciones, garantías para que haya competitividad y un grupo de trabajo que haga frente a las necesidades. En 2010 llega Sergi Campos a esas comisiones y se empieza a dar lo que pedimos”.

Pronto los resultados se ven: bronce en el Europeo de Israel 2011 y quinto puesto en los Juegos Paralímpicos 2012, en Londres. Después de este gran evento, el propio Trigo lanza un mensaje. “Si volvemos a estructuras del pasado, todo este avance se perderá”. Es obvio que se refiere a la época previa a que él asumiese el cargo, y que tuvo como realidades la absoluta desaparición de España en el baloncesto paralímpico. “Desde Atlanta 1996 no acudíamos”.

 

Por eso, el quinto puesto hay que valorarlo y mucho y Trigo está de acuerdo. “Si te fijas, somos el primer país clasificado detrás de los cuatro grandes, detrás de Canadá, Australia, Estados Unidos y Gran Bretaña. Estos países tienen una particularidad y es que allí el baloncesto en silla de ruedas es profesional. Aquí no, por eso nuestro quinto puesto, que también viene motivado por la mala suerte en el cruce de cuartos, es de un valor tremendo. Un diploma olímpico que es de todos, incluso de lo que empezaron la concentración allá por enero y se quedaron atrás”.

Trigo habla de profesionalismo y su propio ejemplo es clave para ilustrar lo difícil, o imposible, que es ganarse la vida exclusivamente con el baloncesto en silla de ruedas. “Conozco pocos entrenadores, no solo aquí sino en el mundo, que vivan de esto. Esto es por un problema de estructura, porque muchas veces se prefiere a un jugador que se retira para que esté en el banquillo, pero también porque evidentemente el dinero que se mueve es muchísimo menor”.

A pesar de los problemas, él se encuentra “tremendamente satisfecho de los resultados. Por el quinto puesto, claro, pero también porque hemos puesto en el mapa este deporte y ha llamado la atención de revistas como Gigantes o vosotros mismos. En el fondo, esto no deja de ser baloncesto, tan parecido, tan diferente”.

 

Todavía asombrado con lo vivido en Londres, hace una reflexión. “La sociedad inglesa, no solo con el baloncesto en silla de ruedas sino con el deporte paralímpico en general ha dado una lección, porque ha hecho ver que lo nuestro es eso, un deporte, y no una actividad. A pesar de todo, creo que estamos en general ante una cultura poco evolucionada. Se tiene que dar la vuelta a la tortilla y cambiar la mentalidad”.

 

Foto: José Manuel Martín

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