Una Experiencia Ecuatoriana: Entrenando a la UTE, por Chiqui Barros

 

Una buena plantilla en la que había que tener claro los diferentes niveles, el reparto y asunción de roles y la reglamentación de las dos ligas, para, así, poder hacer la primera criba ya que los diez primeros días resultaron muy complicados al tener a nuestras preseleccionadas concentradas con el equipo nacional. Cuando regresaron tuvimos tres o cuatro entrenamientos con más de veinte jugadoras. Seleccionamos y empezamos el trabajo de construcción del equipo y del juego con un grupo conformado por dieciséis chicas: las ocho preseleccionadas, Victoria Morales, Jennifer Parra, Vivi, Heydi, Ivonne y Lyndra, a las que se unía la recién aterrizada Brittany Miller.

La Liga Ecuatoriana permite dos extranjeras y obliga, durante la liga regular, que no en las eliminatorias por el título, a inscribir en el acta de cada partido a dos jugadoras sub-20. El objetivo, lógico y perfectamente entendible, no es otro que el de promocionar y dar una opción a las chicas jóvenes en un baloncesto emergente pero que todavía tiene, faltaría más, mucho recorrido y margen de crecimiento. Esto, comprensible, a nosotros nos suponía un pequeño problema ya que una jugadora senior importante debería quedarse fuera de cada convocatoria de la liga regular y había que gestionarlo de la mejor forma posible para el grupo. Tiempo tendríamos para afrontarlo. El rendimiento en la pista, el compromiso, la adherencia a los entrenamientos y el talento acabarían decidiendo.

barrosecuador04Por su parte, en la Liga Sudamericana se podían alinear tres extranjeras y no había ningún condicionante relativo a la edad. Pero, eso sí, debíamos enviar ya una lista a la ABASU-Asociación de baloncesto sudamericano-compuesta por quince jugadoras que serían las elegibles sin posibilidad alguna de rectificación. Había que acertar. Lo tenía muy claro. Todos esos días previos de observación junto con los informes proporcionados por mis ayudantes me había permitido conocer lo suficientemente bien al grupo. Y digo grupo porque que nos convirtiésemos en un equipo era cuestión de tiempo, poco, y de buen trabajo dentro y fuera de la pista, mucho.

Mucho diálogo con el dirigente de la universidad y verdadera alma mater de todo esto, Patricio Pozo, al que nunca le podré estar suficientemente agradecido de la confianza absoluta, cariño, respeto y exquisito trato que nos dispensó. También con el cuerpo técnico y con los servicios médicos. Porque cuanta más información, mejor aunque luego me correspondiese a mí el analizarla, filtrarla y decidir, que es lo que querían y para lo que me habían fichado: para tomar decisiones que nos hiciesen mejorar a la vez que conseguir los objetivos de ser campeones en la Liga Ecuatoriana y en la fase previa de la Liga Sudamericana.

Tras esos quince primeros días y a base de mucho diálogo y de mucha observación, ya sabía dónde estaba y lo que teníamos y necesitábamos. Empezaba a visualizar hasta dónde podíamos llegar y, me parecía, que era muy lejos, mucho.

Todas las impresiones iniciales se habían confirmado. Estaba en una gran y seria institución con un dirigente capaz, entusiasta y de sobra preparado, con un enorme conocimiento del mundo del deporte, y contaba con muy buenos medios a mí alrededor: una buena preparadora física, Tania Quintero, y buenos fisioterapeutas, Andrés Y Fabián. La adaptación a la ciudad, sencillamente maravillosa para vivir, había sido buena y el trato de la gente, exquisito. Todo apuntaba bien. Pero ahora tocaba construir un equipo…y ganar. Había que hacerlo y a ello nos pusimos.

3.-PRIMERAS DECISIONES¨EL FACTOR TIEMPO"
Seleccionado el grupo principal con el que íbamos a trabajar, establecimos el calendario de entrenamientos teniendo en cuenta una serie de circunstancias que nos afectaban y que en el caso de no gestionarlas bien nos podía afectar para mal. La primera, y más importante, era la proximidad de la Liga Sudamericana. Antes se iniciaba la liga nacional, de hecho íbamos a llegar a Chile con cuatro jornadas disputadas de la misma, pero si en la competición doméstica podíamos tener un margen de error, aunque no muy grande si queríamos, como de hecho era, acabar primeras de la liga regular y asegurarnos con ello el factor campo en los play-offs por el título, en Valparaíso disputaríamos tres finales en tres días para el todo o nada.

Por eso la primera decisión fue la de construir el equipo desde la defensa y el contraataque. Una defensa con normas, muy intensa y agresiva a la que pensábamos por todo lo visto y observado que no estarían acostumbrados a enfrentarse nuestras rivales. Desde esa defensa, la innegociable premisa de lograr puntos en movimiento y contraataque. En ese trabajo defensivo empezamos a introducir nuestros principios básicos de ataque-espacios, ángulos, timming, así como una exigencia máxima en la calidad del pase-siguiendo un principio del que yo soy un absoluto convencido y que no es otro que no existen compartimentos estancos en el juego del baloncesto ni en la metodología de su entrenamiento. Por tanto, se trabajan simultáneamente la defensa y el ataque por mucho que el énfasis del momento o de la sesión esté focalizado en uno de los dos apartados. Desde los espacios, y basándonos en la enorme creatividad y conocimiento del juego de Ivonne Turner, decidimos que nuestro ataque iba a partir de las ventajas que generásemos con 4 exteriores y una interior a partir de un bloqueo directo inicial.

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