¿Cuánto queremos al baloncesto? Editorial Revista CLINIC 102

Todos los entrenadores hemos vivido, en alguna ocasión o en varias, momentos en los que todo va mal. Los partidos no se consiguen sacar adelante y por tanto esa merma de buenos resultados, es decir victorias, produce el “calentamiento global” alrededor del equipo y de nuestra actividad como entrenador. Unas veces no se gana por como llega el equipo al momento de jugarlo; o por tener jugadores lesionados, que ha dificultado enormemente los entrenamientos de la semana; también ha influido recientes cambios en la plantilla y por tanto la falta de tiempo en su adaptación; encima el rival que te toca ese día es el único que no desearías para jugar en contra. Pero hay más. Otras veces aparecen aspectos concretos en el momento del partido por pequeños detalles individuales o colectivos. Faltas y eliminaciones en jugadores clave; distracciones absurdas de impacto terrible, fruto de los nervios, normalmente impensables, que ese día aparecen; confusiones al ejecutar indicaciones tácticas entrenadas muy correctamente; el rival que se muestra como “el mejor equipo de la historia del baloncesto” y te funden con su acierto de ese día. Todo va mal y acaba mal. Perdemos. Sigue el “calentamiento global”

Pero tranquilos, porque todo lo que va mal… puede empeorar. Y así llega la semana de trabajo con el horizonte del próximo partido allí delante. Renacer ilusiones, estimular ánimos, corregir detalles, proponer oportunidades y mucho más. Sin embargo el partido siguiente tiene un mismo resultado: nueva derrota. Hay que seguir.

Ante situaciones como esta, con final feliz a veces y otras no, cualquier cosa que hagas no tiene todo el resultado previsto, al menos exactamente. Pero nuestra esencia de entrenador, por lo que nos distinguimos como luchadores, nos lleva a seguir “proponiendo” Somos así.

Sin embargo hay algo que es demoledoramente negativo: que se “borre” la gente. Y eso no podemos permitirlo, porque si existe la posibilidad real de darle la vuelta a una situación mala es que la gente siga remando, por supuesto, en la misma dirección. Todos juntos. Desde lo individual a lo colectivo. Desde lo emocional a lo práctico. Desde la organización a la participación. Desde la lealtad. Si, lealtad.

Los que hemos vivido situaciones como las descritas, fundamentalmente recordamos, no los hechos concretos con sus detalles anexos, sino que nos viene a la buena memoria que no se borró nadie y salimos adelante. Claro que también recordamos aquellas veces en las que se borró alguno o incluso varios, con resultado final colectivo catastrófico. Y particular para ellos todavía peor.

Vienen unos meses en los que los entrenadores no nos borraremos y desde la AEEB seguiremos esforzándonos para que nuestra actividad esté reconocida como lo que somos: impulsadores de procesos educativos y formativos desde el baloncesto, convirtiéndonos en una auténtica palanca cambio social. Para ello seguiremos proponiendo, nacional e internacionalmente, iniciativas que se encaminen a que se respete al entrenador, sea profesional o sea en su profesión, sea a aquellos que vemos que destacan en las grandes ligas o aquellos que permanecen anónimos con su fenomenal entrega como formadores. Procurando que ese respeto se vea en sus titulaciones, en sus derechos como trabajadores, en su protección jurídica, en todos aquellos requisitos que cada día aparecen como necesarios para que podamos desarrollar nuestra actividad. Porque queremos al baloncesto y por eso estamos donde estamos.

Así es como la AEEB demostrará que quiere al baloncesto. Al tiro, al bote, al pase, a la defensa, al rebote, al contraataque,… Toca de verdad ir todos los entrenadores bien juntos y que nadie se borre.