Ana Belén Álvaro Bascuñana: “Hay que animar a la mujer a que confíe en sus capacidades”

Para nadie que conozca el baloncesto en general, el femenino en particular, Ana Belén Álvaro Bascuñana es una desconocida. Mítica jugadora de la selección nacional, campeona de todo con el Dorna Godella, los años 90, sobre todo su primera mitad, representaron para esta base su época dorada. Miembro del equipo olímpico español que conquistó la 5ª plaza en Barcelona 92, ABA (su nombre “artístico”), todavía se emociona cuando recuerda aquellos juegos, todo lo que supuso para ella, ahora entrenadora de un 1ª Nacional masculino. Luego volvemos sobre ello, pero ahora, paradita en esos Juegos Olímpicos que alumbraron España.

Lo bueno no fue solo jugarlos, sino también los cuatro años previos de preparación. Estar seleccionada en ese periodo ya fue un premio. Tuve suerte de trabajar con ese grupo. Iban pasando los años, algunas se caían y cuando dan la lista definitiva para acudir a los Juegos, la sensación es…(pausa de unos cuantos y largos segundos). No hay palabras”. Lo dice una mujer que debutó a los 15 años en Liga Femenina, de la mano de Joan María Gavaldá. “Yo jugaba en Mollet del Vallés, en mi club de siempre y lo que recuerdo es que un día vino un señor con bigote (Breva) para hablar con mi padre y conmigo. Habló de que les interesaría que fuera a jugar a su club a Hospitalet. Que en principio me querían para jugar en el primer equipo aunque también como es normal jugaría en el junior. Yo vivía un poco lejos de Hospitalet , estamos hablando del año 84 en el que las distancias se hacían más largas por aquello de las autovías etc. Me encantó la idea. ¡Madre mía iba a entrenar y jugar con las mayores...! y así empecé en el Mecalux. Un día jugábamos en Tortosa, contra el equipo Sabor d' Abans y en un momento del partido me dice Joan Maria: “Ana Belén, calienta”. Creía que me iba a desmayar. Mi madre me dijo que desde la grada se me vio que me puse blanca ¡Iba a jugar y contra ¡Anna Yunyer!!! Me invadió un terror enorme pero pensé que había llegado el momento y que había que ser valiente. Y jugué. Aunque creo que el valiente fue Joan María. No recuerdo cómo lo hice, la sensación que siempre he tenido es que no lo hice mal. En fin ese año fue un año para no olvidar, el de mi salto a Liga Femenina con 15 años. ¡Me lo pasé muy bien!

La participación de la selección española en el torneo de basket de Barcelona 92 puso en el mapa este deporte en su vertiente femenina. Un grupo de mujeres que acabó en una muy digna 5ª posición, preludio de lo que vendría después.

Tras Barcelona y principalmente con el Oro en el Campeonato de Europa de Perugia 93, hubo un punto de inflexión en el baloncesto femenino. Ayudó mucho el Dorna Godella, empezaron a llegar resultados, jugadoras extranjeras que subieron el nivel. Muchos equipos se vieron reflejados y se fue invirtiendo más a todos los niveles”.

El periodo 92-93 supuso, pues, un espaldarazo para la mujer dentro del basket español, en el que ella sigue viendo como elemento clave la “apuesta por las categorías inferiores. Siempre será el futuro trabajar con la base”.

 

La pasión por entrenar aparece

La carrera deportiva de Ana Belén se prolongó muchos años más después de esa medalla dorada conseguida en tierras italianas. Y en la recta final del trayecto, de la que Francia fue testigo, empieza a surgir la idea de sentarse en un banquillo y no precisamente para esperar salir sino para ser ella quien de la orden.

En mis últimos años tenía claro que iba a ser entrenadora. Era muy mandona en mis últimos pasos como profesional. Creo que era algo innato lo de dirigir”. Ella se muestra de acuerdo con aquella afirmación que asegura que un base lo tiene más sencillo para entrenar. “Desde esa posición ves toda la pista, eres la prolongación del entrenador en la cancha. Analizas todo dentro de lo que es un equipo, cosa que quizá un pívot, por el puesto que ocupa, no pueda hacer. Lees mejor las jugadas y todo ello, una vez te sientas en el banquillo, ayuda a tener una perspectiva más clara del juego”.

No obstante, tras estas afirmaciones, Ana Belén esconde un secreto. “Cuando empecé a entrenar, en 2003, como segunda entrenadora en Francia, en el St. Amaund Leseau, me ponía en la banda en las sesiones preparatorias y no veía nada, no me enteraba de nada”. Así que, a grandes problemas, grandes soluciones.

Es gracioso, porque saltaba al medio de la pista, para tener la perspectiva que poseía cuando era base y mi entrenador de entonces se quedaba mirando y pensando, creo, que yo estaba loca”.

 

Vuelta a España, a casa

El periplo en tierras galas le sirvió a Ana Belén para acostumbrarse a dirigir, para aprender las dotes del “coaching” y para estar lista de cara a la aventura española. Los equipos nacionales, chicos, chicas, jóvenes, senior, esperaban. ABA tuvo la suerte de volver a la Comunidad Valenciana y trabajar al frente del Senior B del Ros Casares y como segunda entrenadora de la primera plantilla. De eso hace casi 7 años. Desde entonces, trabajó muy vinculada siempre a la Federación Valenciana, para la que ahora pone a su disposición sus conocimientos dentro del área técnica. No quiere decir esto que se haya olvidado de entrenar. Aquí empieza lo verdaderamente curioso de la historia de Ana Belén y el baloncesto.

Admito que es raro que una mujer dirija a un grupo de jugadores senior”. De esta forma empieza el relato de lo que supone para ella llevar un equipo de 1ª Nacional masculino, el CBM Roquette Benifaio. No se me pasó por la cabeza. Había entrenado a chicos, pero en cadetes, infantiles, categorías de formación, en resumen. Pero nunca a mayores, por decirlo de algún modo. El primer encuentro entre un entrenador y el equipo al que va a dirigir siempre está rodeado de incertidumbre. Imagínate si ese entrenador es entrenadora”.

Una maniobra iniciática con el CBM Roquette Benifaio, que admite, le puso algo de nervios en el cuerpo. “Me decía ¿qué pensarán ellos? Soy la única mujer de la competición”.

Luego está la tan manida historia de hacerse con el vestuario. “Me echaron un pulso, en el buen sentido de la palabra, y salí vencedora”.

ABA reconoce que una vez dentro de un equipo de chicos, hay tópicos que se mantienen, otros que se vienen abajo. “Las chicas somos un poco más malas que ellos. Si yo voy en contra o le digo algo a alguna de mis jugadoras, es como si se lo dijera a todas. Con los chicos no es lo mismo”.

 

Diferentes futuros

Mientras que lucha por mantener a un plantel joven en la 1ª Nacional de Valencia y Murcia, “el ascenso no es nuestra batalla”, Ana Belén ve, en un plano general, algo complicada la situación de la mujer entrenadora. “No hay muchas dispuestas. No hay vocación. Buscamos desde aquí, desde la Federación Valenciana mujeres que integren nuestros programas, no estoy hablando de alto nivel. Y nos cuesta. No veo un “mercado” muy boyante. Hay dificultades para encontrar efectivos”. ¿Soluciones? “Creo que en parte es un problema de confianza, de ausencia de la misma, por parte de todos. Hay que animar a la mujer a que confíe en sus capacidades, independientemente de su sexo. Hay que quitarse el miedo. Una mujer puede ser igual de válida que un hombre para entrenar”. Entonces, ABA retrocede aquí para explicar su caso concreto.

Manolo Real era el coordinador del club, fue un tío valiente porque, lo que he dicho, el vio que yo tenía la capacidad y me dio la oportunidad. Agradecida estoy por todo también a Josep Lapiedra”.

 

Diferentes mundos

Ana Belén se confiesa una enamorada de las categorías inferiores “principalmente del alevín”, pero a su vez le apasiona el senior. Distintas realidades unidas por el baloncesto. En ese contraste, quisimos saber qué opina ella de las categorías de formación y de la labor de un entrenador en ellas. “Coincido con Scariolo que en los inicios, al jugador debes formarlo primero como persona. Si logras una buena base, después, más adelante, si son profesionales, en las situaciones de estrés, de sufrimiento personal, surgen esos valores. Lo primero es la persona, después la disciplina deportiva, Sí, respeto y sacrificio, pero orientado al deporte. Son personas pequeñas, hay que ser muy consciente de lo que se les dice”.

Nada que ver con respecto al senior. “En Nacional, que es lo que entreno yo, poca cosa hay que cambiar. El que tiene determinado vicio, difícil que lo cambie. Una siempre tiene que saber dónde está y a partir de ahí, exigir lo que se deba exigir. Conocer el contexto y trabajar sobre él, siempre, independientemente de la categoría que dirijas y con valores que han de ser permanentes, donde sea: compromiso moral, sacrificio, respeto y capacidad de trabajo”. Ella, tanto como jugadora como entrenadora, ha demostrado esta tabla de ideas a lo largo de los años. Y los que le quedan. Hay mujeres entrenadoras. Muchas.

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