Chema Berrocal y su aventura en Ucrania

Media vida laboral en el Barça, como asistente de profesionales de la talla de Pesic o Pascual, entre otros, y de repente a Ucrania, a coger las riendas del Budivelnik. Así, de ser un reputadísimo segundo técnico, a dar el salto al cargo de entrenador principal, por primera vez en categoría senior, en un verano de 2010 que seguramente no olvide en mucho tiempo.

Chema Berrocal (Barcelona, 30 de mayo de 1970) era hasta el pasado periodo estival uno de los muchos y brillantes segundos entrenadores que pueblan los banquillos españoles. Uno de esos profesionales que hacen la labor oscura, o la menos visible, que trabajan desde un plano secundario, pero cuya labor es indispensable para entender el baloncesto.

“La opción salió porque me llaman para conocerme, hablamos de mi filosofía y al día siguiente me hacen la oferta”. Una propuesta para pensársela. Un universo tan diferente como el ucraniano, tan nuevo, pero con el baloncesto y la opción de ser entrenador principal por primera vez en su trayectoria como elementos fuertes. Y determinantes. Era la hora de marcharse. “El Barça quería renovarme, yo quería quedarme. En ningún momento mi marcha fue por razones de desencuentro con el club. Simplemente pensé en hacer algo diferente cuando me llegó la opción, a pesar de estar muy cómodo en el Barça y de que me iba a enfrentar a una nueva situación, con un idioma y un país desconocidos para mí”.

Y es que Barcelona, el club y la ciudad, son parte de la vida de Berrocal. “Yo emprendo esta aventura y dejo atrás años de vida laboral y personal. Barcelona, Cataluña, siempre será mi tierra. Fíjate, ahora me cuesta muchísimo ver los partidos del Barça, son muchas sensaciones y sentimientos…he estado mucho tiempo allí”.

Pero el pasado, pasado es, brillante, exitoso, pero pasado, en fin y al cabo. Lo que le importa ahora a Berrocal es un presente cargado de trabajo. “No paramos en todo el día. Mi ayudante Arnau Moreno y yo estamos la jornada entera trabajando, muchas horas preparando entrenamientos, haciendo scouting, repasando vídeos, preparando partidos. A veces hay que parar un poco, nos obligamos a bajar el listón porque con este ritmo te puedes volver loco”.

Y así, claro, de vacaciones ni se habla. “Desde que llegué aquí he tenido dos días de vacaciones para ir a España”.

Un baloncesto bastante diferente

Mientras que Chema Berrocal nos va contando su ajetreada agenda (comunicamos con él en el bus que le trae de regreso del aeropuerto después de un encuentro de la Eurocup), crece en nosotros la necesidad de saber cómo funciona el baloncesto allí, en todos los niveles. “La Liga es una competición muy marcada por la presencia de los extranjeros, que copan la mayor parte del protagonismo. Se permiten hasta seis por equipo y muchos rellenan ese cupo, aunque también existe la obligatoriedad de tener a un ucraniano como mínimo en pista y a un total de seis inscritos en el acta del partido”.

Con un vestuario tan variado, un entrenador debe tener tacto para conseguir llevarlo bien. “El jugador ucraniano está muy implicado. Intento ayudar a cada uno. La relación que tengo con mis jugadores es la misma, independientemente de su procedencia, aunque está claro que es diferente la formación que pueda tener un jugador de aquí, de Ucrania, de la que pueda tener un estadounidense. Por eso es imprescindible conocer a cada jugador. En ese sentido, la comunicación prácticamente se hace en inglés con el grueso de la plantilla, aunque también aparece algo de ruso”.

Betts, Keys y Morley, son miembros del plantilla del Budivelnik que tienen en común haber jugado en España. ¿Razón para ser reclamados por Berrocal? No del todo. “Al único que pedí expresamente cuando llegué aquí fue a Morley”, nos explica. “Los otros son consecuencia de nuestras necesidades y de las opciones que en ese momento ofrecía el mercado, con la ventaja de tener algunas opciones de hombres que ya conoces y has visto jugar bastante. Y claro que, una vez adquiridos, sí que está ese plus de que hayan competido en España”.

El Budivelnik, una excepción

“Tácticamente, y aunque no se pueda generalizar, el baloncesto ucraniano es diferente al español. Es un tipo de juego que cada vez tiene detrás más scouting y que busca una idea más ofensiva. Prima el 1 contra 1 y las defensas duras, agresivas, porque aquí se permiten más. Hay muchos equipos que juegan por y para los estadounidenses. Prima el juego rápido, los tiros rápidos, el contraataque, las posesiones cortas, los sistemas para los pequeños. No abunda el juego por dentro”.

Realidad, esta última, que precisamente no se cumple con el Budivelnik “Nosotros somos la excepción en la Liga. Trabajamos según nuestras armas y poseemos mucha fuerza en la pintura, con jugadores muy grandes, cincos puros. Damos más importancia al juego interior”.

Un calendario extenuante

“Por encima del baloncesto, de lo nuevo que este deporte te pueda presentar aquí, está la necesidad casi diaria de adaptarte a los cambios que supone una vida y una cultura totalmente diferente a lo que he conocido hasta la fecha”.

Y ni para esa labor dispone casi de tiempo “Tenemos tres partidos por semana, uno cada 48 horas más o menos entre competición doméstica y europea. Cuando jugamos Eurocup en casa, realmente no lo hacemos como tal, porque nuestro estadio no reúne las características y tenemos que viajar fuera. Está todo muy cargado, una agenda repleta con viajes larguísimos. No tiene nada que ver jugar ante los tuyos que hacerlo fuera”.

Dentro de ese calendario repleto, las cosas a nivel deportivo no le están yendo mal a Berrocal “Voy día a día. En Liga hemos llegado de momento a la Final y en Europa hemos logrado el objetivo de estar en el Top-8 de la Eurocup”. Allí se midió al Cajasol de Joan Plaza.

Cercanos a concluir la fluida conversación, Berrocal lanza un mensaje “Lo que hago yo aquí no es más que una muestra de que en España hay muchos segundos entrenadores preparadísimos para tener la oportunidad de dirigir un equipo”. Pues lo dicho. Más claro no puede estar. Su propio ejemplo lo avala.